sábado, 30 de noviembre de 2013

Frasco pequeño, gran fragancia

No te fíes de las apariencias. Esa es una de las cosas que gracias a ella he aprendido. Que no hay que hacer caso de lo que la gente dice sobre alguien.
Desde la última fila de la clase, la observo. Ella está en la segunda fila, así que la veo de espaldas. Hoy lleva una camiseta preciosa, siempre me ha gustado como viste. Además tiene el pelo castaño suelto, y le recorre la espalda en ondas.
Me fijo en la gente que está alrededor. Muchos la miran con envidia. Algunos intentan disimularlo, insultándola y diciendo que la odian. Pero a mí no me engañan.
Quizás envidian su sonrisa. Puede que sea una de las cosas que a mí más me gustan de ella. Esa sonrisa que se contagia en cualquier momento y en cualquier situación. Todavía recuerdo el día que yo estaba hablando en alto, nerviosa, delante de mucha gente y ella estaba allí a mi lado, diciendo cosas por lo bajo como ¡Marta guapa! ¡Tía buena! para hacerme reír.
O a lo mejor lo que le envidian son sus ojos. Creerás que no tienen nada de especiales, pero eso será porque no la has mirado cuando habla. A veces tengo la sensación de que lo que siente se refleja en sus pequeños ojos marrones y la entiendo sin necesidad de que siga hablando. Y seguro que nunca te ha intentado convencer de algo poniendo ojos de corderito degollado. Pone morritos y te mira como si no hubiera roto un plato en su vida, cuando creo que ya no le queda vajilla.
Así es ella. No te dejes engañar por su cuerpecito delgado o por su baja estatura. Porque cuidado como te metas con ella. Tiene muy mal genio cuando quiere y sabe cómo dar miedo.
Además de que se le ocurren las ideas más locas que te puedas imaginar. Puede que solo superadas por las de una persona. A llegado a hacer cosas increíbles y cuando me pienso que ya no se puede superar ¡Pam! Va y hace un striptease en la calle mientras la grabo.
Cosas que solo a ella se le ocurrirían. Está claro que con ella no te aburres.
A lo mejor no envidian su sonrisa, ni sus ojos.      
Puede que lo que envidien es la como la queremos. Sus amigos.
Ella ha tenido mala suerte con algunas de las decisiones que ha tomado. Pero a nosotros no nos importa. La queremos con todos sus pequeños defectos, porque es la imperfección lo que hace a una persona ser ella misma.
Sigo observándola de espaldas.
Y de repente suena el timbre y la clase se acaba. Ella se levanta y se acerca a mi mesa. Pasa al lado de Diego, que es muy alto y me fijo en la cantidad de veces que he bromeado con su estatura.
Y entonces me doy cuenta de cuánto la quiero. Puede que no seamos las mejores amigas pero eso no importa. La abrazo diciéndole así lo que su amistad significa para mí, aunque ella no entienda lo que es ese abrazo.

Porque ella es la prueba viviente de que las mejores fragancias vienen en frascos pequeños.

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