Sí, con ella siempre
estás de risas. Bueno, puede que tenga sus momentos serios, pero adora bromear.
Ahora camino con
ella por la calle, un viernes por la tarde. La observo mientras anda con sus
zapatillas estilo converse y sus vaqueros negros. Luego miro su camiseta con
estampado de leopardo. Lleva el pelo largo de color castaño oscuro, recogido en
un moño mal hecho, porque tiene mucho calor, y lleva las puntas rubias, al
estilo californiano.
Ese es su estilo. No
es mi favorito pero a ella le queda bien.
Va mirando al
frente, mientras me cuenta alguna historieta riéndose, y aunque yo lo la este escuchando
en ese momento, imagino sobre que habla. Sus ojos son pardos, desde mi posición
los veo marrones, pero sé de sobra que desde otros ángulos se ve de un precioso
verde oscuro.
Con todo eso, es
bajita. Ella me ha demostrado muchas veces que las pequeñas pueden ser matonas,
porque ella tiene una mala leche impresionante. Bueno, a veces se enfada por razones
muy estúpidas y yo no la entiendo.
Pero ahí estoy yo
para aconsejarla aunque no me haga ni caso. Vuelvo a pensar en que sus bromas y
me doy cuenta de que ella ha parado de hablar.
Me mira fijamente.
-Marta ¿No te ríes? –me
pregunta.
-¿Qué? –digo estúpidamente
-Estaba contándote como
ha hecho el ridículo Marta punto en clase de lengua ¿No te ha hecho gracia?
Yo solo asiento
mientras ella retoma su relato entre risas.
Risas.
Con ella nunca
faltan. Cuando algo le hace gracia puede tirarse horas riéndose sin parar.
Todavía recuerdo aquella vez que hablamos de “la pareja Taperware” y ella se
tiró al suelo a reírse aunque estábamos en medio del patio del recreo y todos
la miraban.
En otra ocasión
empecé a contarle chistes malos en mi
casa y ella se pasó riendo la mitad de la noche porque las chinches se quieren “chincheramente”
y el jaguar te dice “Jaguar you?”
Desde que se junta
más con Marta punto no dejan de bromear en ningún momento. Estar con ella es un
cachondeo constante. Todavía no me ha quedado claro si su nuevo nombre es
Tiffani o Quasimoda, o cual de las dos va a irse a freír frijoles.
Con toda su tontería
yo la quiero mucho.
Ella se gira y me
vuelve a mirar.
-Marta tía ¡No me
estás escuchando! –me dice indignada
-Que sí, que estás
hablando de el ridículo de marta punto…
-¡Hace media hora
que te estoy hablando de mi pelea con mi hermana!
La miró con carita
de ángel al darme cuenta de que me a pillado pasando de ella.
-Pero te quiero –replico
-No, en realidad me
amas –me dice
-Sí, ya.
Y puede, solo puede,
que sea la primera vez que se lo digo sin ironía, porque es mi amiga desde hace
muchos años, y casi siempre a estado ahí, aunque sea para dar la murga.
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